jueves, 6 de mayo de 2010

El escritor (The ghost writer)

Dirección y guión Roman Polanski
Fotografía Pawel Edelman
Montaje Hervé de Luze
Intérpretes Ewan McGregor, Jon Bernthal, Kim Catrtrall, Pierce Brossnan
Música Alexander Desplat
UK, France 2010

El escritor no es una obra maestra, no es esa clase de películas que aportan algo extraordinario al cine y son recordadas mucho tiempo después. Pero al menos nos encontramos ante una obra digna de ver, una película que mantiene muy bien el tono y que está rodada de un modo sencillo pero eficaz, asi que no es difícil considerarla como un pequeño oasis en el desierto que supone el panorama cinematográfico actual.

Resulta difícil encontrase en el cine actual con un personaje principal tan bien construido, es presentado directamente tal y como es, un escritor mediocre y sin talento que se vende al mejor postor. Siempre resulta esencial ser honesto con el público y tratarlo como alguien inteligente, sin tener que explicar como es de boquilla un personaje y después mostrar a un personaje plano. Polanski usa a un personaje con pocos principios, caótico y apolítico como metáfora de esa clase de "intelectuales" contemporaneos que se interesan más por el morbo de saber lo que ha pasado, antes de denunciar un grave suceso y actuar ante él. Y no nos sorprende su modo de actuar durante toda la película, sabemos que votó a alguien porque era una moda hacerlo, sabemos que ante un manuscrito que le piden que lea primero mira cuantas páginas tiene, sabemos que su espacio vital resulta ser un cuchitril, sabemos que ante un contrato jugoso no le importa soltar un discurso nada verosímil y un largo etcétera en un personaje totalmente coherente. En general no nos crea falsas espectativas, y todo elemento o personaje que aparece resulta tener una función activa en la trama, resulta gracioso cómo un GPS puede ser útil como elemento de atrezzo.

Polanski nos ofrece una película con tintes políticos para denunciar de algún modo la incapacidad de actuar de la sociedad ante los caprichos de las élites de poder, y en el climax resulta contundente. Con una panorámica narrativa, que a su vez resulta una sutil escritura con la cámara, en la que una nota que contiene todo el secreto que encierra la trama argumental, pasa de mano en mano hasta llegar a su destino, sin que a nadie se le haya ocurrido abrirlo y mirar lo que contiene. Y ante todo eso el protagonista se regocija ante su descubrimiento, pero Polanski no le da el premio que cree merecer para si mismo, y acaba desperdigando de una manera muy inteligente el manuscrito que contiene todo el secreto que también incluia la nota.

Así Polanski regresa con una película digna de ver, sencilla, eficaz y con muchas virtudes que colocan a la película en una posición de honor en el panorama actual.