miércoles, 17 de marzo de 2010

Tiempos modernos (Modern times)



Dirección, guión y música Charles Chaplin
Fotografía Rollie Totheroh, Ire Morgan
Intérpretes Charles Chaplin, Paulette Goddard
USA 1936

"Tiempos modernos. Una historia sobre la industria, la iniciativa individual y la cruzada humana en busca de la felicidad"

Y ciertamente es de lo que nos habla Chaplin en esta brillante película, a la que le sumaremos su visión humana de la vida y su rechazo a toda jerarquía que llega a mecanizar al ser humano como borregos carentes de libertad individual. Puesto que las imagenes iniciales en donde compara al rebaño de ovejas con las personas que entran en la fábrica nos marca toda la temática de la que tratará durante la duración de la película.

¿Pero habla? Chaplin no era muy partidario del cine sonoro, o más bien no era partidario del uso que daban al sonido de forma mayoritaria en el cine. Aunque él lo usó de un modo brillante en su segunda película con algún contenido sonoro. De hecho apenas habla nadie de un modo sonoro en la película, su oposición sonora está usada de un modo contundente, solamente hablan aquellos personajes o elementos que obstaculizan a nuestro trabajador protagonista, como cuando el dueño de la fábrica ordena aumentar la velocidad, la presentación absurda de la terrorífica máquina alimentadora o cuando anuncian su indulto en la rádio (puesto que salir de la carcel, suponía perder todas las comodidades que tenía en ella). No hace falta hablar para decir lo que quiere, mostrar es suficiente, todos entendemos lo que dice la canción que canta en el restaurante al final de la película, y eso que la lengua que usa es inventada sólo para esa ocasión. Nos demuestra que un gesto, una mirada o una acción son suficientes para calar hondo.

Por encima de todo esto, Chaplin destaca por su humanismo. Para él la sociedad industrializada estaba perdiendo todo su humanismo, sus salidas de la cadena de producción con los espasmos provocados de excesivo ritmo de la cadena impuesta por una voz deshumanizada, estan ligadas a una idea que engloba toda la película. El climax de locura por estrés entre los engranajes, sus persecuciones por la fábrica manchando de aceite a todos aquellos miembros del rebaño y el absurdo modo de dar de comer a su jefe cuando está atrapado en la máquina van en esa misma dirección. La libertad individual y la unidad son dignas de ser reclamadas, hasta el punto de ser capaz de liderar intencionadamente una manifestación en la que cae de forma accidental, pero con la que nos pretende arrastrar a todos hacia ese objetivo mediante un movimiento de cámara brillante.

No hay una visión maniquea en todo lo que nos muestra, además su discruso es honesto, no es casual que nos diga que una chica luchadora se niega a pasar hambre y nos la muestre robando plátanos para alimentar a sus hermanas pequeñas. Ni que disparen al padre de la chica, y que el disparo suene justo cuando ella aparece en primer plano. Realmente Chaplin nos dice en ese instante que es algo de ella lo que está muriendo, y después nos lo corrobora mediante un movimiento de cámara con la cual nos remarca el efecto de la muerte del padre en ella. Tampoco es casual la idea de comparar el hogar imaginario e idílico donde ellos viven feliz, con la cabaña ruinosa donde acaban viviendo temporalmente, creandonos una comparación espacial en la que nos muestra la constante lucha que deben mantener los personajes para conseguir lo que realmente desean. Las injustas casualidades que siempre fustran todos los pequeños rayos de esperanza que les surge, pero siempre surje ese movimiento de cámara que como rima visual, donde ellos comienzan a caminar y recreando una pequeña esperanza de nuevo. Y no importa que nos duelan los pies y los tengamos que airear como lo hace Chaplin al final de la película, ni que el camino andado ya haya sido largo. Lo mejor es levantarse, sonreir, hacer sonreir a tu compañera y afrontar el camino que contiene unas ásperas montañas al fondo.

"¿Para qué continuar?
Ánimo. No te rindas nunca.
¡Saldemos adelante!"

Yo usaría esta película como un elemento de tortura política. Cogería a todos los políticos del mundo, y los obligaría a verla una vez por semana. Pero no de cualquier modo. Les ataría, y les abriría los ojos como lo hicieron con Alex en La naranja mecánica, para que absorviesen bien todo lo que deben saber para ser unos políticos dignos.
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